6. Shironeki niño, la verdad:
Durante el combate de Haise contra Takizawa, este se ve completamente superado por su oponente. En ese momento Haise decide cederle su cuerpo a Shironeki para que él se ocupe de la situación. Por primera vez decide verlo de frente en vez de darle la espalda, y el propio Shironeki le pregunta si tiene miedo de él. Haise dice que sí, que le teme porque es muy fuerte, pero en ese momento quién le contesta ya no es Shironeki, sino una versión infantilizada de este, simbolizando su debilidad. El niño Shironeki le responde que él no es el único que tiene miedo, pues la verdad es que el que más asustado está es él mismo: Kaneki tampoco quiere desaparecer y le ruega a Haise que no le haga caer en el olvido. «Los niños siempre dicen la verdad», y en eso se basa esta personalidad; en manifestar las revelaciones más duras, al contrario que su homóloga de pelo negro.Tras el combate contra Takizawa, Haise y el niño Shironeki coexisten de forma más o menos harmoniosa, pero todo cambia cuando se enfrentan a Kanae y al Búho de un Ojo. Haise está perdiendo y el pequeño Shironeki se burla de él porque ha fracasado en su promesa de salvarle. En ese momento, Haise comienza a estrangular al pequeño y este le dice que es así como debe ser, que lo que quiere es que lo mate. Haise se sorprende de esa reacción y entonces se nos da a conocer la revelación más dura de todo el manga: el pequeño Shironeki le muestra a Haise como su madre, la persona a la que más amaba, le pegaba cuando era un niño porque le pedía cosas.
Las personalidades que habíamos visto hasta entonces de Kaneki habían reprimido ese recuerdo en lo más profundo de su ser y se habían creado la imagen de que su madre era una pobre y admirable mujer. Sin embargo, la verdad es que era una maltratadora, pero como murió de forma «noble», trabajando y preocupándose por los demás, Kaneki la idealizó.
Es por eso por lo que Shironeki se enfrentó solo a la CCG y por lo que se sintió feliz al ver a Arima en el túnel V14, porque esperaba morir allí, a manos del Dios de la muerte y ser recordado como un héroe por la gente de Anteiku. Pero incluso en eso fracasó, por lo que lo único que le quedaba era dormir. Y su sueño feliz tenía nombre y apellido: Haise Sasaki.
Como le había quedado claro tras los abusos de su madre, «está mal querer cosas«, y por lo tanto, también estaba mal querer ser feliz. Haise, tras estas revelaciones, le pregunta al pequeño si «morir con estilo» es realmente su salvación, aquello que le traerá la paz y satisfacción definitiva, a lo que el niño responde que sí. Morir contra Kanae y el Búho no es «estiloso», por lo que solo queda una cosa por hacer. Haise decide permitir que Kaneki pueda elegir cómo y dónde morir, y acepta que él ya no es necesario.
Así que ahora…
«el sueño debe acabar.»
«Buenas noches, Haise.»
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